¿Quiénes son los
implicados?
Los agresores o
perpetradores: son personas o grupos de personas que utilizan estrategias de
control social para todas sus vidas. Los abusadores son físicamente más fuertes
que sus pares y dominantes. Además suelen ser más impulsivos y no seguir las
reglas, teniendo una baja tolerancia a la frustración y usualmente son
desafiantes ante la autoridad. Su actitud suele ser positiva hacia la violencia
y esperan crear conflictos, incluso donde no los hay. Asimismo, no suelen
empatizar con el dolor de la víctima ni arrepentirse de sus actos (Trautmman,
2008).
El propósito de estas
personas para agredir a los otros varía y depende de diversas razones. Unos
realizan estos actos por la necesidad de poder; así golpean, patean o le roban
a los otros para incrementar su poder. Otros, realizan estos actos porque es
una reacción al haber sido abusados anteriormente por otros niños y lo hacen
como venganza o forma de ganar sentido de poder. (Furlong, Soliz, Simental,
& Greif, 2004) De esta manera, la teoría de la perspectiva social habla de
los niños “agresores-víctimas” que se encuentran dentro de un círculo; aquellos
que fueron agredidos se convierten en agresores. Finalmente, la teoría que
proponen Roberts y Morotti de “Patear al Perro (Kick the Dog)” es el niño que
agrede como reacción al ambiente de estrategias autoritarias utilizadas en el
hogar. (Furlong, Soliz, Simental, & Greif, 2004).
Las víctimas: pueden
ser personas activas o agresivas que en cualquiera de los dos casos, aprenden a
aceptar el rol de víctimas y a desconfiar de los demás.Como características
físicas, psicológicas y sociales, estas personas suelen ser niños o niñas que
pasan más tiempo solos, niños/as encajonados en categorías como “rechazados” o
“lornas”, y niños menores que los agresores. (Furlong, Soliz, Simental, &
Greif, 2004) Además, están los que tienen pobres o pocas características
físicas deseables como los niños bajitos, delgados y débiles y los que tienen
baja competencia social y desarreglos emocionales. (Revista: Harvard Mental
Health Letter).
Se pueden identificar
diversos factores de riesgo de la víctima. Entre los factores individuales
destaca la baja autoestima de la víctima, su nerviosismo y sus bajas
habilidades sociales para relacionarse con otros niños. Asimismo, existen
muchas víctimas con alguna discapacidad o rasgo físico distinto, lo que los
hace tener mayor riesgo (Serrano & Iborra, 2005). Es así, que las víctimas
“son percibidas como inseguras, sensitivas, poco asertivas, con pocas
habilidades sociales y con pocos amigos” (Trautmann, 2005, p.14).
Otros factores
de riesgo del agredido son los familiares, cuando hay “prácticas de crianza
inadecuadas: autoritarias o, por el contrario, negligentes, familia
disfuncional y poca comunicación familiar.” (Serrano & Iborra, 2005, p.15).
Finalmente, hay también ciertos factores escolares, como la escasa
participación de actividades grupales, bajas relaciones con sus compañeros,
poca comunicación entre los alumnos y los profesores y la ausencia de una
figura de autoridad de referencia en el centro educativo (Serrano & Iborra,
2005).
Para las víctimas es
bastante difícil comunicar la situación que están viviendo pues tienen mucho
miedo de ser agredidos nuevamente por el agresor y quizás de manera más
violenta. “Los chicos hablan cuando se les ayuda a hacerlo y una vez que
empiezan, surgen otros que los apoyan. Pero hasta entonces, no hablan porque
tienen miedo.” (Oliveros & Barrientos, 2007, p.151) Esto llama mucho la
atención e indica que todavía hay mucho por hacer en diversos ámbitos para,
ayudar a estar personas y para prevenir estos tipos de hostigamiento entre
agresores-víctimas y espectadores.
El espectador: son Aquellos alumnos, niños y niñas o grupos de
personas que son observadores de la agresión, más no participes directos de
ella, juega un rol integral en la intervención. (Furlong, Soliz, Simental,
& Greif, 2004).
De esta manera, padres de familia, alumnos y
profesores que juegan un rol pasivo, están a la misma vez tomando un rol activo
en el desarrollo de los actos agresivos escolares. (Revista: Harvard Mental
Health Letter).
El espectador tiene una
función crucial dentro del hostigamiento pues su intervención es la manera más
poderosa de parar los actos agresivos. Así, como lo dice el estudio realizado
en los colegios nacionales de primaria en Cusco, Junín y Lima Este, “A un
similar porcentaje (34%) de compañeros no les interesa defender o protestar por
el maltrato que están observando.” (Oliveros, & Col, 2008, p. 217) Estudios
realizados en España señalan que, de 800 alumnos entrevistados, el 75% había sido
testigo de agresiones en su centro educativo.
De esta manera, existe
el conocido fenómeno del efecto del espectador. Este explica que los
espectadores al sentir una falta de responsabilidad individual para ayudar a la
víctima, deciden no hacer nada. Y aún si quisieran hacer algo, ellos dicen no
tener las herramientas, ni saben cómo ayudar a la víctima. (Revista: Harvard
Mental Health Letter) Se recomienda a las escuelas, maestros y a los padres de
familias sensibilizar a estas personas
“para que cuestionen al victimario y le resten poder frente al resto de
alumnos.” (Oliveros & Barrientos, 2007, p.154).